jueves, 12 de abril de 2012

Romén Pérez Báez 2º A En busca del tesoro

Pero mi tío, que era terco, le propuso al yanqui  y a un par de marineros del lugar, experimentados en largas y duras travesías, ir en busca de numerosos  tesoros por todo el mundo, para aumentar su riqueza. Dos días después, con el barco y los alimentos preparados, zarparon.
Siete años después, teniendo más de doce baúles de monedas de oro, plata y bronce, se decidieron por volver, para seguir su vida por separado, pero en el camino algo falló e inmediatamente, el barco zozobró sin remedio alguno. Mi tío fue el único superviviente, pero para su desgracia, no logró salvar ni una moneda de bronce.
Varias semanas después, decidido a conseguir todo el dinero perdido, volvió al lugar del suceso. Consiguió  todo el dinero y más, por el lugar había zozobrado anteriormente otro barco español.

EN BUSCA DEL TESORO Erin Amador Martínez 2ºA

[...] Mi tío era un hombre perseverante, por lo que, cuando un yanqui le propuso buscar el tesoro juntos, aceptó, pero con la condición de que repartirían entre los dos las ganancias. Esa fue la última noticia que recibí sobre él, ya que desde entonces no ha dado indicios de su existencia. A pesar de ello, circulan muchos rumores diferentes sobre su destino. Los más horripilantes cuentan que murió atrapado dentro de la mandíbula de un gran tiburón blanco, o incluso que unos piratas lo secuestraron y asesinaron para vender sus miembros. Otros, cuentan que fue abducido por unos ovnis o que con el dinero del tesoro que encontró, compró un cohete espacial y se fue a vivir a Marte. Obviamente estos rumores defienden ideas un tanto perturbadas, por lo que confío en que no sean ciertas. También se oyen otros rumores más lujosos, como que, tras encontrar el tesoro, compró una isla en el Caribe donde edificó una gran mansión construida con bloques de oro macizo. Este rumor me causa una risa tremenda al oírlo, aunque conociendo a mi tío, no me extrañaría que fuese cierto. Por último, he oído a algunas personas que hablan de un anciano que vaga por remotos parajes del norte, hablando sobre no sé qué tesoro de un barco salido del Perú en dirección a Filipinas, y que misteriosamente, guarda un cierto parecido con mi tío... En fin, no es mucho lo que puedo contar de cierto sobre el tema pero casi estoy seguro de que el destino de mi tío está unido a alguna gran aventura que espero algún día me pueda contar en persona.                                                        
                                                                                                                              

Beneharo Linares Díaz 2ºA La busca del tesoro

En este segundo viaje mi tío y el yanqui sacaron cuatro cajas no muy grandes pero bastante pesadas: dos cajas estaban llenas de onzas de plata y en las otras dos habían preciosas joyas, como collares, perlas, pendientes, anillos, esmeraldas…Se repartieron las joyas y las onzas de plata, y cada uno se fue por su camino. Pero mi tío, que era muy ambicioso y siempre quería más, acabó perdiendo la mayor parte de su fortuna en apuestas. Al ver que casi no tenía nada decidió ir al archipiélago de Magallanes otra vez, pero esta vez tampoco fue solo. Lo acompañó un amigo suyo al que también le había pasado una cosa similar. Al llegar allí, encontraron lo que quedaba del tesoro: seis cajas muy grandes, repletas de onzas de plata y un gran cofre en el que solo había lingotes de oro. Estos tardaron varios días en encontrar la gran fortuna. Cuando la repartieron, volvieron a Inglaterra y allí año tras año, ellos y su familia fueron felices y multimillonarios. 

Noelia Adrián González 2ºA La Busca

En este segundo viaje sacaron dos cajas pesadísimas y grandes: una llena de lingotes de plata; y la otra con onzas mejicanas. El yanqui que era muy ambicioso cogió las dos cajas y las colocó en un barco cerca de allí y se fue con ellas a una isla no muy conocida, pero mi tío se dio cuenta y enseguida le persiguió con su barco. En medio del camino hacia la isla, el yanqui se dio cuenta de que mi tío le estaba persiguiendo, así que de repente le vino una idea, mi tío no sabía cuál era hasta que luego el yanqui la realizo; era que en el barco en donde se encontraba el yanqui había una pequeña barquita de remos, el yanqui colocó las dos cajas en esa barquita y empezó a dirigirse hacia un lugar cerca de allí. Mi tío al no saber lo que el yanqui había hecho se subió al barco por un cabo que estaba colgando por un lado y por el otro sujeto a un mástil. Cuando subía por ese cabo se dio cuenta de lo que había hecho el yanqui, intentó alcanzarlo pero ya era tarde porque estaba muy lejos de allí.
Mi tío estuvo buscando al yanqui durante más o menos 5 años pero nunca lo pudo encontrar, hasta que un día descansado en una hamaca que había comprado en su larga búsqueda por el mundo, lo vio. Mi tío al principio pensaba que era una alucinación, no se lo creía pero aun así fue corriendo hacia él en busca de lo que tanto deseaba: las cajas de lingotes de plata y onzas mejicanas. Cuando llegó hasta allí se dio cuenta de que no era una simple alucinación, era verdad, estaba allí junto a él ,sin esperar ni un minuto mi tío le pidió el dinero que tanto había deseado tener en sus manos durante esos largos años.
El yanqui se los dio rápidamente sin protestar aunque durante esos años el yanqui se había gastado la mayor parte de esas cajas, pero a mi tío no le molestó. Después de ese día mi tío ha estado gastando las monedas que quedaban en esas cajas.

Rubén Pablo Jorge Díaz 2ºA En busca del tesoro

Cuando se repartieron el dinero, mi tío, como era muy testarudo, fue cuanto antes a Inglaterra y se gastó todo su dinero. No dejó ni un duro en su bolsillo, pero tenía una gran cantidad de cosas inimaginable. Era increíble ver a mi tío con tantas cosas. Mi tío quería más dinero para comprar más cosas, y se fue de viaje a seguir buscando más dinero. Primero buscó en un naufragio, pero no encontró nada; luego buscó en una gran isla cavando por todos lados, pero tampoco encontró nada. Mi tío estaba cansado y decidió quedarse a dormir en esa isla gigantesca. A la mañana siguiente se encontró a una persona tirada en el suelo y con un mapa en la mano, despertó a la persona y le preguntó qué era eso que llevaba en la mano. La persona le respondió que era un mapa de un tesoro antiguo y que en aquella isla había un tesoro. La persona, que era otro yanqui, y mi tío hicieron un trato para repartirse el botín si se ayudaban mutuamente a buscar el tesoro. Pasaron los días y no habían encontrado nada. Mi tío estaba frustrado por solo encontrar tierra y basura. Entonces, al cabo de una semana más tarde, por fin encontraron el tesoro. Estaba repleto de monedas de oro, monedas de plata y joyas preciosas. El tesoro era mucho mayor que el anterior. Se repartieron el botín y regresaron a sus casas. Mi tío estaba pensando en qué gastarse ese dinero, pero decidió repartir el dinero con la familia y comprar algunas que otras joyas. Pasaron los años y mi tío se murió, y para recordarle para siempre decidieron enterrarlo en el enorme jardín junto al níspero, para no olvidarse de él nunca. Toda mi familia echa de menos a mi tío, incluido yo. Tenemos una fortuna muy grande que nos dará para nuestros hijos y los hijos de nuestros hijos y mucho más aún. La fortuna durará siglos y siglos.

DANIEL MARRERO HERNÁNDEZ 2ºA ( LA BUSCA)

El yanqui y mi tío se repartieron el dinero, y a cada uno le tocó más de cien mil duros; pero a mi tío, que era terco, volvió al lugar del naufragio, y entonces ya debió de encontrar el tesoro, porque llegó a Inglaterra con una fortuna colosal. Viéndose con tanto dinero para gastarlo sin que este se acabara, compró tres carros de una calidad excelente, y diez caballos pura raza españoles. Otra cosa que hizo fue repartir el dinero a toda su familia, ya que esta no destacaba precisamente por sus riquezas. Mi tío conoció, al fin, una bella dama, de procedencia española, llamada María Candelaria, pero la llamaban Candi. Candi y mi tío, se conocieron en Sevilla, en las fiestas de San Fermín. Candi era de sangre real. Los padres de Candi eran los reyes de España, y a mi tío le encantó todo. Cuatro años después, se casaron y tuvieron un varón, al que le pusieron de nombre Rodrigo. Rodrigo era el hijo que todas las familias ansiaban tener, era bello, inteligente, amable, explorador, pero una cosa que destacaba de él, era la memoria. Mi tío le contaba las aventuras que pasó con el yanqui, todo el tesoro que poseía, como conoció a Candi, etc. Con el paso de los años, Rodrigo empezó a escribir cuentos, opiniones, novelas, y recuerdos. Mi tío y Candi, murieron de una grave enfermedad.
Rodrigo, en honor a su padre, escribió un libro de su vida, basándose en los hechos que mi tío le contaba. Con todo el dinero que le dejaron sus padres de la herencia, Rodrigo levantó estatuas y mandó a publicar su libro, para que todo el mundo viese lo que hizo mi tío.
Personas importantes de todo el mundo vinieron a conocer a Rodrigo, y esa familia paso a ser la más importante del lugar, gracias al esfuerzo que hizo Rodrigo para que el mundo viese todas las aventuras que vivió su padre.
Hoy los Hasting, que viven en Inglaterra, siguen siendo millonarios.

Pablo Palomar Concepción 2ºA La busca

[...] En este segundo viaje sacaron dos cajas pesadísimas y grandes: una, llena de lingotes de plata; la otra, con onzas mejicanas. Los dos volvieron a Londres, y una vez allí el yanqui reclamó su parte del tesoro. Mi tío, como era extremadamente avaro, no quiso repartirlo, y se lo quedó todo. El yanqui se enfadó mucho. A las dos semanas se enteró de que mi tío iba a cambiar la plata y el dinero por duros, y se le ocurrió un plan: entrar en la casa sin que se diera cuenta justo el día antes del cambio y buscar donde estaba el tesoro escondido. Finalmente llevo a cabo su estrategia. Lo encontró y en un saco que llevaba al hombro metió toda la plata y el dinero, y en su lugar, dejó lingotes de latón y monedas falsas. Mi tío, al día siguiente, fue al cambista, que lo tomó por un timador, por lo que llamó al Sheriff, que, ante la farsa, decidió apresarlo y llevarlo a la cárcel. El yanqui, contento con lo conseguido, se compró una lujosa mansión, que aún conserva, mientras que mi tío sigue en la cárcel cumpliendo su condena.

Diana Hernández González 2ºA En busca del tesoro

Al año de esto, un yanqui le propuso buscar el tesoro juntos, y mi tío aceptó, con la condición de que partirían entre los dos las ganancias. En este segundo viaje sacaron dos cajas pesadísimas y grandes: una, llena de lingotes de plata; la otra, con onzas mejicanas.  Mi tío prefería quedarse con la caja de lingotes de plata, y pretendía apoderarse de ella. El yanqui, al ver lo que pretendía hacer, corrió hacia la caja y se abalanzó sobre ella. Mi tío le preguntó  que qué hacía, y este le contestó que el tesoro era de los dos, y que él quería parte también de los lingotes de plata. Mi tío le contestó que él había hecho mayor esfuerzo por conseguir el tesoro, y que por supuesto se merecía la caja de lingotes más que él. El yanqui, furioso, intentó robar la caja y salir corriendo. La caja pesaba tanto, que a los cinco metros cayó de rodillas al suelo. Mi tío, que ya sabía que no podría con la caja, se acercó a él y le dijo que entre los dos cargaran el tesoro hasta el barquito, y que compartiría con él los lingotes de plata; allí descargaron las dos cajas y navegaron rumbo a Manila. Durante el viaje, mi tío le dijo al yanqui que cuando llegaran a Manila, buscase un lugar seguro donde dividirse la fortuna sin ser vistos. El yanqui aseguró saber de un lugar perfecto para aquello. Cuando llegaron a Manila, mi tío acordó con el hombre que él llevaría las dos cajas a media noche a un callejón del cual habían hablado antes de desembarcar; un callejón oscuro, frío y siniestro que no gozaba de muy buena reputación. Se despidieron y cada uno se fue por su camino. Mi tío, muy astuto, fletó un barquito, y con el tesoro, llegó a Inglaterra. Allí conoció a una mujer, se casó con ella, y compraron una casa. Al año de esto tuvieron dos hijos mellizos, a los que proporcionaron una vida llena de comodidades, gracias a la enorme fortuna que el yanqui, desgraciadamente y a pesar de su colaboración, no obtuvo.

Héctor Sánchez Rodríguez 2ºA En busca del tesoro

Diez años más tarde mi tío con los cien mil duros se compró un barco y junto a su nueva tripulación volvió al peñón para buscar el resto del tesoro. Al llegar al peñón, Jack, uno de los nuevos tripulantes, recordó haber estado allí en otra ocasión, desembarcaron y comenzó una gran tormenta. Jack conocía una cueva cercana a la costa, entraron en ella a refugiarse y John otro pirata se apoyó en una pared, se desestabilizó y mi tío se dio cuenta de que algunas rocas se podían quitar. Quitó una piedra y detrás había un lingote de oro, fueron poco a poco quitando todas las piedras que estaban sueltas, la cueva empezó a caer y se fueron corriendo hacia la costa; pero el barco no estaba, se lo había llevado una banda de piratas, pero mi tío se echó a nadar y abandonó a su tripulación.
Llegó a un puerto, fletó otro baro y fue a rescatar a su tripulación, cuando la rescató, cogieron los lingotes de oro y cada uno de los tripulantes rehízo su vida. 

Óscar Molina 2 A En busca del tesoro

Cuando fueron a buscar el tesoro llegaron, lo abrieron y al abrirlo, vieron que no había nada. Muy enfadados decidieron dar la vuelta, al volver al barco miraron por un lado y por otro y no lo encontraban. Alguien se lo había llevado. Se habían quedado atrapados en esa isla, no sabían qué hacer, estaba a punto de anochecer, temían el quedarse atrapados para el resto de sus vidas y no volver a sus casas. Ellos muy tristes se adentraron en el bosque y buscaron leña,  hojas de palmera para dormir hasta el amanecer,  intentaron encender el  fuego pero nada, no encendía. Después de mucho intentarlo encendió, y con las hojas de palmeras se abrigaron. Al día siguiente tenían hambre, se adentraron en el bosque y se pusieron a buscar comida. Cazaron un conejo, unos cocos y algo de agua. Volvieron a la playa por si veían a alguien pero nada, se sentaron a ver si alguien les venía a rescatar. Pasaron los días, nadie venía a rescatarlos, al pasar un avión que iba rumbo desconocido se quedó sin combustible y la gente que iba dentro sobrevivió .Ellos al ver que se estrellaron  aprovecharon para decir por emisora de radio que les fueran a rescatar. Después de cuatro eternos días vinieron a rescatarlos y volvieron a casa y uno de ellos había cogido un lingote de oro que había en el cofre que él no había visto y calladito le dijo a su tío que mirase lo que se había encontrado. Lo guardaron durante mucho tiempo bajo una caja fuerte escondida debajo de la casa y así es como él y su tío encontraron el lingote de oro.      

Dácil Hernández García 2ºC A la busca del tesoro

Cuando volvió al lugar del naufragio encontró el tesoro pero no llegó a Inglaterra  porque se desvió de su rumbo al ser golpeado por un barco. Entonces llegó a Filipinas  y allí el hombre que había mandado ese barco reconoció el tesoro, el hombre le contó todo lo que había pasado con el dinero y los lingotes de plata. Cuando se lo contó no le creyó  y lo encerró, después a los dos años se lo volvió a preguntar y esta vez  si le creyó.
Al final le dijo que si le daba todo lo que recogió no le pasaría nada, pero si se negaba a entregarlo lo expulsaría de  Filipinas y no podría volver a entrar. El rey pensaba que se negaría a devolverlo pero mi tío abuelo se lo entregó y por eso el rey le dio un parte del dinero que le dio para vivir toda la vida con su familia y cuando el rey murió, como no tenía hijos, decidió que él ocupara su puesto y por eso mi tío es conocido en Filipinas.

Pablo Ramos Rodríguez 2C En busca del tesoro

A mi tío le costó encontrar el punto exacto donde había naufragado el barco. Para ello, contrató a un grupo de personas para que lo ayudaran a  encontrar el naufragio.
Tardaron varios días, e incluso, semanas en encontrar el barco, pero después de una agotadora búsqueda, lo encontraron. Este, era muy grande y estaba deteriorado. Mi tío y el yanqui empezaron a buscar el tesoro. Cuando lo encontraron se sorprendieron porque era de oro y además, grande. Lo intentaron abrir, pero la llave que les dio un marino en el puerto no encajaba en la cerradura, era muy pequeña.
Volvieron a puerto y mi tío fue preguntando a varias personas sobre el naufragio pero nadie sabía nada y un anciano al que pregunto, le dijo que fuese a ver al farero. Cuando llegó, el farero le dijo que ese no era el naufragio del tesoro. Este le dio las coordenadas exactas del naufragio.
Mi tío, el yanqui y el equipo de personas de la búsqueda pusieron rumbo a la isla "Tailand" en busca del tesoro del "Lorelain".
Llegaron a la isla, y, esta vez, lo encontraron en 10 minutos.
Se quedaron absortos ante aquel majestuoso barco Irlandés.
Al adentrarse en el interior, tenían que tener cuidado porque la madera del casco estaba húmeda y se rompía con facilidad. Buscaron y buscaron y al final, en el camarote del "Sr. Pargo" encontraron finalmente el tesoro. La llave coincidía con la cerradura. Mi tío repartió los lingotes de oro entre las personas que lo ayudaron a buscar el tesoro y el yanqui.
Cada uno se quedó con su parte del tesoro, ninguno con las manos vacías.

César Galván de la Cruz 2C A la busca del tesoro


Pero cuando mi tío volvió al lugar del naufragio se encontró a unos piratas buscando el tesoro. Mi tío empezó a buscarlo ignorando a los piratas pero cuando sacó el botín los piratas se lo arrebataron, mi tío no pudo hacer nada porque los piratas eran muchos y más poderosos que mi tío; al no poder hacer nada se volvió a Inglaterra sin nada del tesoro. Durante un tiempo con el dinero que había sacado con el yanqui construyó un gran barco, busco una tripulación con la que poder recuperar el tesoro. Una mañana con todo preparado en el puerto fue al lugar del naufragio pero no los vio. Fue a una isla cercana para preguntar a la gente del puerto si los habían visto. Cuando atracó no hizo falta ir a preguntar porque el barco de los piratas se encontraba allí, nada más atracar mi tío entró en el barco, por sorpresa no había nadie, con ayuda de dos hombres más cogieron el tesoro y lo metieron en su barco. Al llegar a Inglaterra mi tío repartió el inmenso botín entre toda a tripulación.  Aún así los Hasting son millonarios.

En busca del tesoro Nazaret Santana Rodríguez 2ºC

Al año de esto, llegó un joven apuesto con ganas de descubrir el tesoro que aún estaba debajo de los mares.

Conquistó con su palabrería a mi tío, el cuál le ofreció un trato.

 Información del punto exacto del naufragio por la mitad lo que obtuvieran.

Los días pasaron rápido debajo del sol sofocante del mar y después de varias jornadas llegaron al punto exacto.

El mar dejó que sacaran de él un gran  tesoro con el cual los dos hombres volvieron a casa ricos y con un gran prestigio.

Mi tío formó un Museo De Historiadores con el cual descubrió otros tesoros.

El joven apuesto se hizo dueño de casi toda la campiña inglesa y contrajo matrimonio con una bella dama con la que años después tendría un hijo.

En busca del tesoro. Gara González Díaz 2ºC

El yanqui y mi tío se repartieron el dinero, pero lo que él no sabía era que el yanqui le había engañado. Le había dado monedas falsas. Mi tío contento porque pensaba que era rico regresó a casa pero no sabía
qué comprarse ya que le sobraba el dinero, o eso pensaba él. Al día siguiente decidió ir a comprarse un barco, un barco grande, muy grande porque a él le encantaban los barcos de vela y de pequeño siempre le
había hecho mucha ilusión tener uno. Cuando llegó al muelle para comprarlo y tuvo que pagar, el marinero se quedó mirándole mal, mi tío no sabía el porqué de esa mirada y le dijo:
 -Disculpe señor, ¿Pasa algo?
 El marinero le dijo:
 -Si señor, ¡Pasa que usted me quería timar!
 Mi tío no salía del asombro. Este se disculpó y decidió volver a casa. Una vez allí se puso a pensar y vio que el yanqui le había timado así que decidió que tenía que hacer algo, que las cosas no se podían quedar así. Así que decidió ir a por él y coger lo que le pertenecía. Mi tío se puso a buscarle como loco, pero no le veía, hasta que de repente oyó una voz igualita a la del yanqui, se viró y lo vio hablando con un marinero. Mi tío gritó:
-¡Yanqui, dame lo que me pertenece!
Y caminó hasta él. El Yanqui le dijo que no sabía de qué le hablaba. Tras una larga discusión dijo:
-Está bien, te lo daré.
El Yanqui se fue y mi tío se quedó con su parte del dinero. Al final mi tío se compró el barco de vela y todas las tardes se iba a navegar un rato para disfrutar de lo que tenía.

Raúl Siles Glez. 2ºC . En busca del tesoro.

…Según me contó mi abuelo, su hermano mayor pasó su vida buscando el tesoro. En el último intento, fue atrapado por unos viejos bucaneros, que llevaban un barco con bandera portuguesa. Pasó unos seis meses encarcelado, hasta que pudo huir en uno de los atraques en un puerto español. Allí, se hizo amigo de un andaluz, que era un caza tesoros y que al igual que él, pasó su vida buscándolos.
Ambos bebieron y pasaron muchos momentos juntos. Según le decía el andaluz, en un pueblo al norte, había una cruz de oro, cuyo valor era incalculable.
Decidieron aventurarse y fueron a un pueblo llamado Cangas de Onís; tras varias semanas de búsqueda, encontraron en el río que pasaba bajo el puente: La Cruz de la Victoria; ésta fue la que el rey Don Pelayo alzó en la batalla de Covadonga, donde las tropas asturianas derrotaron a las musulmanas. Al verla, los dos gritaron: ¡Victoria!, ¡la hemos encontrado!.
Mi tío no paraba de decir: ¡es la cruz, es la cruz…!.
Este tesoro encontrado fue muy recompensado por los gobernantes españoles, en público reconocieron y felicitaron a mi tío y a su amigo, el andaluz. Les entregaron la medalla de honor y del valor.
Hoy en día, junto a la cruz de la victoria, se puede leer:
Gracias a unos hombres valientes, tenemos esta cruz.

Silvia Cabrera Rodriguez . 2C A la busca del tesoro

Al año de esto un chico que  pasaba por allí buscando trabajo, conoció
a mi tío en un restaurante mientras este estaba almorzando en su
descanso de trabajo, el chico se acercó a él y le preguntó
si no sabía de algún lugar donde se necesitaran trabajadores, y daba
la casualidad de que justamente en la casa de comercio hacían falta.
Empezaron a hablar para conocerse un poco más ya que si nada iba mal
tendrían que trabajar juntos por mucho tiempo, en las horas de
conversación mi tío le contó su aventura a la isla del Pacífico y
decepcionante regreso. El chico se quedó fascinado y decidió
proponerle ir de nuevo a la isla ya no solo para buscar el tesoro sino
simplemente para verla y vivir una pequeña aventura, mi tío no se lo
pensó dos veces y aceptó, ambos se pusieron de acuerdo para
encontrarse en el embarcadero al día siguiente.
Mi tío y el chico pusieron rumbo a la isla, en cuanto llegaron no
sabían muy bien qué hacer, y el chico decidió sacar el supuesto mapa del
tesoro y ponerse a buscarlo. Después de horas y horas tras su búsqueda
no encontraron nada, y tras la frustración de haber perdido el tiempo
por una segunda vez mi tío lanzo una piedra con rabia a un punto
perdido, en cuanto la piedra cayó se oyó un sonido hueco; ambos fueron
a mirar el origen del extraño sonido y tras unas minutos escarbando en
la arena se toparon con una caja de madera que en su interior contenía
lingotes de oro. Pero el chico y mi tío no se repartieron el dinero,
sino que lo disfrutaron juntos como buenos amigos de aventuras.

En busca del tesoro. Natalia Pérez Suárez 2ºC.


Mi tío creía que no había encontrado todo el tesoro así que decidió emprender una tercera búsqueda.
Un día por la mañana mi tío se montó en un barco pensando que este le llevaría hasta el Pacífico, sin darse cuenta de que solo viajaba hasta Méjico. Al bajarse del barco se dio cuenta de su error, corriendo intentó remediarlo, cogiendo otro nuevo barco que le llevara a su destino, pero, ¿cuál fue su sorpresa?, a causa del mal tiempo no saldrían más barcos hasta dentro de un mes. Entristecido buscó un sitio donde hospedarse; caminando por la ciudad encontró una bella mujer de la cual se enamoró enloquecidamente; a medida que iba pasando el tiempo se iba enamorando más de ella y olvidando el tesoro.
Pasaron varios años, y mi tío se casó con esa mujer; tuvieron dos hijos a los que su padre les contó la historia del tesoro. Algunos años después el hijo mayor, encontró el resto del tesoro cumpliendo con el sueño de mi tío.

Irene Pérez Expósito 2º A La busca del tesoro

Pero el yanqui lo traicionó, faltando a su promesa. Abandonó a mi tío en una isla deshabitada y se largó en el navío con el botín. Empezaba a oscurecer, así que mi tío buscó un lugar donde dormir. Con las hojas de una palmera formó su lecho. 
A la mañana siguiente despertó repleto de picaduras de mosquito y con un hambre colosal. Encontró algunos cocos en un árbol y después de mucho esfuerzo consiguió que dos de ellos cayeran al suelo. Después de abrirlos y comérselos, recorrió la pequeña isla en busca de algo que le fuese útil. Halló dos grandes piedras y bastantes ramas secas. Pronto pudo hacer fuego. Se quitó su abrigo y agitándolo cerca de la hoguera, comenzó a hacer señales de humo. Por suerte unos pescadores navegaban cerca y llegaron rápido a la isla. Mi tío regresó a la ciudad y trabajó durante muchos años. Obtenía el dinero necesario para poder vivir cómodamente pero sin lujos. Un año después, se topó con el yanqui. Furioso, le exigió que le devolviera la parte que le correspondía. Pero resultó ser que no se trataba del mismo hombre y mi tío, confundido, tuvo que dejarle marchar.
Aún ahora, continuamos buscando al embustero yanqui que engañó a mi humilde tío.  

DAVID SEGURA ÁLVAREZ 2ºA En busca del tesoro


Al año siguiente, dando un paseo por el puerto pesquero, conoció a una mujer a la que le gustaba mucho vivir aventuras, ella estaba buscando marido al igual que él. Más tarde, cuando cayó la noche, fueron a un bar de copas cercano a la orilla marina. Dentro del bar se sentaron en una bonita terraza con vistas al mar. Se dieron cuenta de que algo brillaba a lo lejos, era algo de color blanquecino brillante. Al día siguiente situaron ese brillo que habían visto, con ayuda de una libreta y un mapa de un Iphone, apuntaron las coordenadas de su situación. Pasaron los años, alrededor de 10 años, ya se habían casado e incluso habían tenido dos hijos. Una tarde aburrida de tormenta se reunieron todos en familia a leer y a mirar recuerdos ( notas, libretas, dibujos...)  simplemente por aburrimiento hasta que Tom, uno de los hijos le pregunto: ¿Papá que es esto? El padre se sorprendió, aún se acordaba de lo que eso significaba. Al día siguiente alquilaron un barco en el mismo puerto donde hace diez años avistaron aquel brillo. Cuando llegaron había miles y millones de monedas en cajas; con una pequeña grúa pesquera que incluía el barco consiguieron muchos de estos ejemplares, se hicieron ricos y la gente les alababa.