martes, 7 de febrero de 2012

Irene Pérez 2º A Una historia de piratas

Los aterrorizados piratas se pusieron en marcha para salir del tupido bosque. Una rama crujió y todos se volvieron para ver, al fin, a quien con tanto esmero habían estado escudriñando:
-          ¡Pero qué grata sorpresa! –dijo Flint.
-          ¿Por qué has estado cantando? –preguntó Merry con brusquedad.
-          No he estado cantando. Además, si cantase, ¿qué tendría de malo? –inquirió Flint.
-          Te hemos estado buscando. ¿Dónde te habías metido? –expresó Silver.
-          Estaba curioseando unas plantas que vi y cuando me di la vuelta vosotros ya os  habíais marchado. –explicó él.
Todos estaban meditabundos. Si era verdad que él había cantado ese pernicioso estribillo, ¿por qué no lo reconocía? Y en caso de que dijera la verdad…
-          En marcha. No hay tiempo que perder para salir cuanto antes de esta isla. –refunfuñó Silver.
-          ¿Por qué esta repentina partida? –curioseó Flint.
-          Calla y camina. Nos espera un pedregoso camino hasta la playa. –fue la respuesta de Merry.
Siguieron el sendero hasta que divisaron la dorada y fina arena bajo sus pies. Continuaron caminando hasta que una pequeña barca apareció ante ellos.
-          Hemos llegado. –anunció Morgan respirando con dificultad.
Cogieron los remos e introdujeron la barca en el mar. Luego subieron y empezaron a remar por turnos hasta llegar al lado del barco. Merry silbó muy fuerte y Lewis se asomó por estribor. Tiró una escalerilla y sujetó las resistentes cuerdas de la que estaba hecha. Después de un rato todos habían llegado arriba sin muchas dificultades.
-          ¿A dónde nos dirigimos ahora? –preguntó Lewis.
-          A un lugar lejos de aquí. No debemos tardar mucho en llegar o de lo contrario nos quedaremos sin alimentos. –informó Silver.
El sol dibujaba un bonito panorama reflejado en el agua cristalina del mar, pero los ocupados y jadeantes piratas no pudieron admirarlo. Pronto elevaron el ancla y pusieron rumbo a un lugar desconocido…