Laura se asomó por la ventana de su cuarto,había descubierto una inmensa pradera llena de animales, que no llegaba a visualizar con exactitud.
-Supongo que este lugar no está tan mal después de todo..-se dijo para sí misma.
Estaba alucinando, no esperaba encontrarse con algo así. Quiso contárselo a su hermano pequeño, seguro que le entusiasmaba la idea de pasarse por allí a investigar la zona.
-¡Eric!- chilló Laura.
En un abrir y cerrar de ojos apareció, saltando de alegría y riéndose a carcajadas.
-¿Serás laja? ¡Cómo te atreves a robarme mi chupete!-chilló Laura, histérica. Se tomaba muy a pecho eso de que su hermano le quitase las cosas.
-¡Papá me dijo que me lo podía comer!- se defendió Eric, enfurecido.
De forma instantánea bajaron las escaleras y fueron corriendo hacia la cocina,gritándose mutuamente.
-¡Laura acaba de alegarme porque dice que me comí su chupete! -contaba Eric,entre lágrimas.
María, la madre, dejó los fósforos sobre la encimera y se centró en los escandalosos de sus hijos.
-¿Se puede saber que ocurre?, ¡no sean belillos!
Laura aún no se había calmado... ¡estaba harta! La mayoría de las veces le acababan echando el alegato a ella.
-¡Eric siempre me quita las cosas!,¡un día de estos le voy a hacer un totufo en la cabeza!-
-¡Laura!, no te me revires jovencita! -argumentó la madre. -¿Por qué no se van a dar una vuelta por la granja? a ver si así os relajáis un poco los dos.¡Qué parecéis perros y gatos!.
-Está bien..supongo que me he pasado un poco con Eric -dijo agachando la cabeza, a modo de disculpa. -¡Pero para mí sigue siendo un machango! -añadió entre risas.
Salieron de la casa completamente revolucionados, dando un estruendoso portazo. La pradera era hermosa..completamente verde.
-¡Qué pelete!- tartamudeó Eric.
Fueron corriendo hacia las cabras, cogidos de la mano. Laura se quedó boquiabierta, no salía de su asombro.
-¡Ay!..si vieses como me gustan los baifos.
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Nota: 8
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