Era un día de verano y Marcos y Pedro jugaban a hacer castillos de arena en la playa. Pedro era un niño de diez años, bajito, moreno y regordete mientras que Marcos era un niño de once años, alto, flaco, rubio y llevaba un zarcillo en la oreja. Los dos miraban atentamente a una chica muy guapa que estaba bañándose. Un momento después un chico mayor se acercó a ella y la besó.
-¡Mira el nota ese! –dijo Pedro.
El chico mayor escuchó esto y le dijo:
-¡Cállate machango!
-Deja a mi amigo en paz, laja –dijo Marcos.
Entonces el chico mayor se reviró y fue corriendo hacia él.
-¡No seas zoquete, Marcos, corre!
Marcos corrió todo lo que pudo pero enseguida se encontró envuelto en las piñas del chico. Pedro intentó ayudarle pero el chico le dio un empujón y lo estampó contra su castillo de arena.
Marcos no sentía su cuerpo; estaba inconsciente.
-¡Marcos despierta!
Marcos se sentía un poco confuso pero enseguida se incorporó.
-Pedro, he tenido una pesadilla, ¡un chico me mató a piñas!
-Estás como una cabra o mejor, como un baifo.
-¡Me gustan los baifos…!
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Nota: 9
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