jueves, 12 de abril de 2012

Pablo Palomar Concepción 2ºA La busca

[...] En este segundo viaje sacaron dos cajas pesadísimas y grandes: una, llena de lingotes de plata; la otra, con onzas mejicanas. Los dos volvieron a Londres, y una vez allí el yanqui reclamó su parte del tesoro. Mi tío, como era extremadamente avaro, no quiso repartirlo, y se lo quedó todo. El yanqui se enfadó mucho. A las dos semanas se enteró de que mi tío iba a cambiar la plata y el dinero por duros, y se le ocurrió un plan: entrar en la casa sin que se diera cuenta justo el día antes del cambio y buscar donde estaba el tesoro escondido. Finalmente llevo a cabo su estrategia. Lo encontró y en un saco que llevaba al hombro metió toda la plata y el dinero, y en su lugar, dejó lingotes de latón y monedas falsas. Mi tío, al día siguiente, fue al cambista, que lo tomó por un timador, por lo que llamó al Sheriff, que, ante la farsa, decidió apresarlo y llevarlo a la cárcel. El yanqui, contento con lo conseguido, se compró una lujosa mansión, que aún conserva, mientras que mi tío sigue en la cárcel cumpliendo su condena.