martes, 15 de noviembre de 2011

Pablo Palomar Concepción 2ºA Viaje a Gran Canaria


Texto 1. Formal, objetivo:

   La segunda noche, en el pabellón del campamento, realizamos la actividad del Juego del Paracaídas, el Gato y el Ratón, ya que el mal tiempo nos impidió hacer la caminata nocturna que teníamos prevista.
   Nos colocamos todos en círculo estirando el paracaídas. Uno de nosotros hacía de gato y otro de ratón. El ratón se colocaba debajo del paracaídas, y el que hacía de gato, encima. El gato tenía que atrapar al ratón. Los demás cogíamos el paracaídas y lo agitábamos muy fuerte, confundiendo al gato con las ondas que se formaban. Si el gato atrapaba al ratón, se cambiaba de jugadores. Si pasado un tiempo determinado el ratón no era cazado, se cambiaba igualmente de jugadores. Así hasta que participamos todos. Fue muy divertido.


Texto 2. Literario, subjetivo:

   Era miércoles. La emoción del viaje me animó a levantarme. Me puse de pie de un brinco, como impulsado por un resorte. Era un tanto extraño, teníamos que estar a las siete y cuarto en el Instituto, y no precisamente para estudiar, ¡qué alegría! Cuando llegué, un agradable frescor me llegó a la cara. Me encontré con mis compañeros. Nos saludamos. La sonrisa nos acompañaba.
   Partimos hacia el Puerto de Santa Cruz, con rumbo a la interesante isla de Gran Canaria. Gáldar nos esperaba para enseñarnos su pasado más antiguo. Por un paseo empedrado llegamos a la mágica Cueva Pintada donde, acompañados de un guía poco simpático, me sentí contento y extraño, como si viajara en el tiempo.
   Llegamos al campamento. Había un fresco olor a pino. Las cabañas eran como puntos junto a aquellos pinos que parecían tocar el cielo. El frío exterior chocaba con el caluroso y agradable ambiente que se respiraba en la cabaña.
   Entre conversaciones y risas nos quedábamos dormidos.
   Llegó el jueves. A pie recorrimos aquellos empedrados riscos, hasta el Roque Nublo, que se alzaba como un gran gigante. La densa niebla nos impedía ver a otro gigante aún mayor, el Teide.
   Llegó el día de dejar aquellas experiencias. El barco se movía tanto que, por unos momentos, dejé de pensar en lo bien que me lo había pasado.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Nota 9