martes, 24 de mayo de 2011

Narrador testigo/omnisciente Alberto Reyes del Castillo

Mi tío, el hermano de mi abuelo, estuvo en Londres en una casa de comercio; supo por un marino que en una isla del Pacífico habían sacado una vez una caja llena de plata, que suponían sería de un barco que hubiera salido del Perú para Filipinas. Fletó un barquito, llegó al punto señalado, un peñón del archipiélago de Magallanes, sondaron en distintas partes y no llegaron a sacar, después de grandes trabajos, más que nada. Cuando los víveres se acabaron tuvieron que volver, y mi tío llegó sin un cuarto a Manila, y se metió de empleado en una casa de comercio. Al año de esto, un yanqui le propuso buscar el tesoro juntos, y mi tío aceptó, con la condición de que repartirían entre los dos las ganancias. En este segundo viaje sacaron dos cajas pesadísimas y grandes: una, llena de lingotes de plata y la otra de onzas mejicanas. El yanqui y mi tío se repartieron el dinero, y a cada uno le tocó mas de cien mil duros; pero mi tío, que era terco, volvió al lugar del naufragio, y entonces ya debió de encontrar el tesoro porque llegó a Inglaterra con una fortuna colosal. Hoy los Hasting, que viven en Inglaterra, siguen siendo millonarios.

Pío Baroja: La busca,



Mi tío, un gran hombre según él, el hermano de mi abuelo, estuvo en Londres en una casa de comercio, él decía que un gran hombre siempre debía de comerciar con tal de obtener dinero. En aquella casa obtuvo información que decía que en una isla del Pacífico habían sacado una caja llena de plata, que suponían sería de un barco que había salido del Perú a Filipinas. Entonces empezó a fraguar lo que a la postre haría. Logró saber el punto fijo del naufragio del barco e inmediatamente fue hacia allí imaginando lo mejor. Cuando llegaron al lugar solo lograron sacar unas cuantas cajas rotas, en las que no quedaba nada, mi tío no desistió pero, cuando los víveres se acabaron, tuvieron que volver, llegó sin un cuarto a Manila y se metió de empleado en una casa de comercio. Cuánto tardaré en reunir un poco de dinero, pensó muy desilusionado. Al año de esto con las energías renovadas un yanqui le propuso buscar el tesoro juntos, mi tío aceptó, cómo no, pero con la condición de que repartirían el tesoro entre los dos. En este viaje sacaron dos cajas muy pesadas llenas de lingotes de plata y onzas mejicanas. Repartieron el dinero y cada uno obtuvo mas de cien mil duros pero mi tío, muy cabezota él pensó; volveré y encontraré lo que falta del tesoro. Y así lo hizo volvió a Inglaterra con una fortuna colosal. ¡Qué feliz me siento! he encontrado el tesoro se dijo. Hoy los Hasting que viven en Inglaterra, siguen siendo millonarios.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Nota: 5