sábado, 6 de noviembre de 2010

Lidia Rodríguez. 2ºD Me gustan los baifos

   Un buen día Juan se decidió a hacer una excursión al monte de Pedro Álvarez con toda su familia. Subiendo con el coche una rueda se les pinchó y suerte que la familia es grande porque llevaban dos coches. Juan y su hermano Pedro pasaron la comida para el otro coche y mientras que intentaban conseguir cobertura para poder llamar a la grúa la madre de Juan, su esposa, sus 2 hijos y su cuñada Teodora y sobrinos Tanausú, Federico y Eugenia se acomodaron costosamente en el otro coche para poder seguir con su día de picnic.
   Llegaron y no les fue fácil encontrar aparcamiento y tuvieron que dejar el coche en un lugar prohibido. Para encontrar mesa tres cuartos de lo mismo, medio año para poderse sentar. La madre, la más cansada que estaba, se tuvo que subir al coche del lío que se habían hecho, y los niños del pelete que tenían también se subieron.
   Mientras tanto Pedro y Juan habían tenido un poco más de suerte y la grúa enseguida vino, pero la que les esperaba para subir todo ese pedazo de pendiente. No les quedaba otra, un ángel del cielo no iba a caer.
   Mientras que por el otro lado la mujer de Pedro decidió abrir el maletero del coche para embostarse, ellas estaban preparando todo mientras que los niños jugaban.
   Llegó la hora de comer y Federico se había caído y se había abierto la pierna, tras una larga preocupación enseguida a Teodora se lo ocurrió coger berolos y poner la comida encima de ellos para ella coger el coche y salir a urgencias.
   Bajando Juan y Pedro se subieron con ella y el nota para ir al médico.
   Tuvieron una tarde desastrosa y solo les quedaba para acabar esto que les ocurrió a última hora. Un baifo se les metió por medio mientras bajaban por el monte. Le partieron una pata y Juan tuvo que pararse a quitar el baifo de en medio de la carretera, pero éste le mordió, solo les faltaba tener un accidente para completar el mal día que habían tenido.
   Al llegar al médico al niño le pusieron puntos y el machango del médico le dijo que se recuperaría rápido y a Juan que la herida estaba infectada pero que se curaría si se la trataba como le habían dicho.
   Subieron de nuevo al monte y se encontraron un montón de bosta, que pisaron para completar el día para recoger a la familia que no se sabía cómo estaba. Y al parecer tuvieron un poco más de suerte porque cogieron mesa una hora después pero la cogieron y Juan como le había mordido el baifo decidió comprar uno para comérselo otro día cuando su sobrino se curase ya que el resto del día les fue fatal.
   ¡Me gustan los baifos!

1 comentario:

Anónimo dijo...

Nota: 5