Al despertar,
observé desde mi ventana
La Luna desaparecer.
No sentía nada,
no escuchaba a nadie,
no aparecía el sol,
no había nubes en el cielo.
Los edificios despertaban
las paredes bostezaban.
Por fin salió el Sol, resplandeciente como un diamante.
Por fin salió el Sol, alumbrando todo el cielo.
Cambió el día,
salí de mi habitación feliz como una perdiz.
Hacía tanto calor
que se me derretían las manos,
los rayos del sol atravesaban mi cuerpo
parecía que me estaban clavando clavos.
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