Era una mañana soleada y despejada,
desde la playa de arena blanca,
Marta contemplaba el amanecer.
El horizonte deslumbraba tanto,
cómo si de una explosión se tratara.
Los pájaros cantaban
y el mar, bailaba.
La suave brisa acariciaba sus hombros,
jugaba con sus cabellos,
se sentía feliz, ¡estaba enamorada!
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Nota 7
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