sábado, 6 de noviembre de 2010

Aryadna Mª Sánchez Hernández-Me gustan los baifos-2ºC

   Me fui al monte de chuletada con mi familia, éramos como unos veinte entre los abuelos, los tíos, los primos, mi hermana y mis padres. Tenemos la costumbre de llevar cada uno algo de comida, unos llevan la carne, otros las papas, otros el mojo y el pan, otros el café y como no otro leva el postre y que no falte la fruta.
   Lo primero que hacemos al llegar es buscar un par de fogones y unas mesas. Mientras los hombres van encendiendo el fuego las mujeres van preparando la mesa a la vez que los más pequeños buscamos madera para que el fogón se mantenga. Cuando la brasa ya esta bien hecha se pone la carne a asar y mientras se hace la carne echamos una partida al envite y como de costumbre entre el buen vino del abuelo unos buenos chicharrones y como no, unos chochos para ir haciendo boca. Cuando ya las papas se terminan de arrugar y la carne está bien tierna la abuela grita con voz dulce pero firme:
   ¡A la mesa, la comida se enfría!

   Ya estando todos en la mesa empezaríamos a zampar hasta quedarnos aboyados.
   Al terminar una de las tías pone el café al fuego, otra va partiendo el bizcocho otra lavando y pelando los duraznos…
   Los más pequeños solemos jugar un partido de futbol aunque siempre se apuntan algunos de los mayores. Como siempre más de uno termina con las bembas hinchadas tras haber tropezado con un berilo o un fuerte golpe con la pelota.
   Ya cayendo la tarde, con un pelete que nos congela los huesos empezamos a recoger para irnos a casa. Eso sí, conducen las mujeres ya que los hombres se han tomado unas copas de más y un dolor de totizo increíble.
   ¡Tenemos que parar en casa de la abuela! Dijo mi madre picándole un ojo a mi padre, que la abuela les tiene una sorpresa, cuando nos bajamos del coche vimos a mi abuelo con una cosa blanca y grande en los brazos. Nadie sabía lo que era hasta que mi hermana dijo ¡es un baifo! Y dijimos todos ¡nos encantan los baifos!

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