domingo, 17 de octubre de 2010

Ariadna María Sánchez Hernández- Mi pueblo-2ºC.


   Vivo en el Portezuelo, un pequeño pueblo en el que no hay grandes cosas.
   Hay dos pequeños supermercados, a los que no se va a comprar, se va a chismosear.
   Hay una panadería cerca de mi casa, y algunas noches de madrugada cuando me desvelo y la ventana de mi cuarto se queda entreabierta huele a pan recién hecho, es lo único que me gusta de desvelarme a media noche.
    También hay tres bares en los que, por cierto, ¡la comida es la mejor del mundo!
   Hay un pequeño colegio en el cual muchos de los alumnos de este centro estudiaron. Para muchos ese colegio fue muy especial ya que la relación que había entre profesores y alumnos era la misma que hay en una gran familia, por lo que ir a clases se convertía en algo agradable cada mañana. Justo encima del colegio hay un polideportivo en el que este año se hicieron las fiestas del pueblo. Las fiestas se suelen hacer en la pequeña plaza junto a la iglesia que parecía derrumbarse en cualquier momento, es por eso, porque este año estaba en obras, por lo que se trasladó al polideportivo.
 También han hecho una nueva urbanización enorme a la que decidieron llamar; Villa El Portezuelo que luce muy bonita desde la calle de mi casa.
   En cuanto al clima que lo caracteriza, se puede decir que prácticamente todo el año nos acompaña el mal tiempo, con nubes, lluvia y frío, pero un frío húmedo, tan húmedo que parece meterse en los huesos. Casi siempre que llueve mucho, el agua, al tratarse de un pueblo en pendiente, arrasa con todo lo que encuentra en su camino, dejando las calles totalmente desordenadas; el alcantarillado destapado, que se vuelven un peligro para los coches que pasan, los contenedores fuera de su sitio y algunas que otras plantas decoran el camino, en conclusión: es absolutamente una aventura lograr regresar a casa. En cambio cuando de casualidad sale un rayo de Sol y pasamos en coche, podemos disfrutar de cada uno de los saludos ofrecidos por los mayores de nuestro pueblo, que salen de sus casas para aprovechar el acontecimiento del buen tiempo incluso para orear sus casas con las ventanas y puertas abiertas de par en par.
    Como veréis no es un gran pueblo, pero todas las cosas que lo componen hacen que se vuelva entrañable vivir en él.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Nota 7