martes, 7 de febrero de 2012

Raúl Siles Glez. 2 C. La isla del tesoro.

…Todos se levantaron y cogieron a tientas sus bártulos. Morgan, no podía ir deprisa, porque su pierna, no le ayudaba, tenía una pata de palo. Y… comenzaron a correr, por la espesa arboleda, sin pensar que dejaban detrás la canción del pirata.
Cuentan que en uno de sus abordajes, a un barco con bandera portuguesa, en las aguas del caribe, tuvieron un incidente. Recuerdo, que siendo yo un niño, mi abuelo contaba que al chocar con el barco, los viejos bucaneros, Morgan y Flint acompañados de su tripulación y de su inseparable amigo, el mono "Gurú", casi no cuentan que están vivos. Éste cae al mar, en esas aguas cálidas y susurrantes, detrás se ve volando como un ave rapaz, a Morgan, quién intenta salvar a su mono. Dicen que en medio de las brazadas que daba Gurú, Morgan se da cuenta que justo al lado izquierdo, se veía reflejada una sombra en forma de aleta, y pensó:
-         Uhhhhh, qué miedo, es el tiburón blanco.
Morgan, sin pensarlo dos veces, cogió por la cabeza a Gurú, y lo lanzó a la escotilla de uno de los cañones del viejo barco. En este preciso momento, sintió un desgarrador mordisco en su pierna izquierda. El dolor era tan intenso, que perdió el conocimiento. Dicen que cuando despertó, después de haber pasado una semana, sólo recordaba la triste mirada de su amigo.

Al mirar hacia detrás, para buscar a Morgan, volvimos a escuchar:
-         Aaaay la vida del pirata… y la botella de ron….

Nos paramos en seco, y abriendo los ojos como los de los ratones, vimos de frente a Flint, quien tenía una botella de ron, y una sonrisa, donde asomaba una de sus paletas por el negro bigote.
No supimos qué hacer, si correr, gritar… sólo mirábamos y éste como si estuviese loco, seguía cantando.
De repente paró, y dirigiéndose a Morgan, le dijo:
-         ¿Qué paso viejo amigo?
Morgan, inmovilizado, no hablaba, sólo miraba. Pasado un instante, contestó:
-         ¿Eres tú?, ¿estás vivo? ¿cómo te salvaste? ¿Dónde haz estado?
Flint, se acercó y con un gran abrazo rodeó a un viejo compañero de viaje.
Llegada la noche, nos habíamos acostumbrado a escuchar la historia de Flint, quien tuvo que luchar contra todo un ejército, saltar muros, atracar barcos, para poder llegar a ser libre. Contó que después de ver caer a Morgan al agua, lo tomaron prisionero y lo encarcelaron.
Al día siguiente, volvimos a la orilla, donde estaban los barcos y tomamos rumbo a la isla negra, donde se encontraba el tesoro del Sultán.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Nota: 9