domingo, 11 de diciembre de 2011

Diana Hernández 2º A Poema al amanecer


 Al fin, de mi triste y melancólico sueño desperté.

De ese agujero oscuro, que cada noche me había encerrado.

De mis aguados llantos, un centelleante brillo me percaté.

Y  de un deseoso mar rojo, que a mis pies se había aferrado.

Petrificada, hacia aquel cielo luminoso, caminé.

Con mis manos, pálidas y de hielo, no logré tocar aquel cálido manchón dorado.

Aún distante de mi cuerpo, entre sus brazos me atrapó.

Tan fuerte como pudo, de mí, una diminuta flor convirtió.

Tras un glorioso intento, lo aparté de mí y le besé.

Alzar su luz al cielo, él al fin, consiguió.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Nota 9