En el medio de una magna ciudad, llamada La Laguna, nombrada hace unos años Patrimonio de la Humanidad se encuentra una calle saciada de tiendas a ambos lados, y en su fondo vemos una prestigiosa torre con un campanario único, con sus respectivas campanas de un tamaño formidable, y un círculo esférico que desde lejos aprecias, a medida que te vas acercando te das cuenta de que es un reloj, un reloj precioso; yo no sé cuanto años puede tener, parece tan viejo y vetusto como la propia ciudad.
A la izquierda de dicha torre se encuentra la iglesia, y más a la izquierda una plaza extraordinaria, con gigantescos árboles milenarios, que manchan la plaza con su sombra.
Volviendo al fondo de la calle te chocas con una puerta de unas dimensiones considerables y de aspecto robusto y fornido, como si nadie pudiera acceder a ese lugar.
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Nota 8
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