miércoles, 11 de mayo de 2011

Sergio Hernández Gutiérrez. Narrador omnisciente/testigo 2º C.

  Al año, concretamente el 12 de octubre de 1916, un yanqui, llamado Jonh Hooks, le propuso buscar el ansiado tesoro juntos, y mi tío abuelo aceptó sin pensárselo, con esperanzas de por fin encontrar el gran tesoro; pero con la condición de que partirían entre los dos las ganancias, cosa que nunca sienta bien tratándose de riquezas. En este segundo viaje llevado a cabo el 14 de noviembre, con dos grandes barcos (Corse Mars y La Marinera), sacaron con inmenso asombro dos cajas pesadísimas y grandes: una con 2500 lingotes de plata de medio kilo cada uno; la otra, con 10000 onzas mejicanas de aquella época. Repartiéndose el dinero, a cada uno le tocaron 130.587 duros de los antiguos. Jonh consiguió lo que quería, y mi tío abuelo Roberto fusionó sentimiento de extrema alegría y de aún más ambición, por lo que guiado por su carácter terco de siempre, volvió el 3 de enero de 1917 con esperanzas de encontrar algo mayor al lugar del naufragio, dos millas al este de Manila (Filipinas); y encontró lo que sería y fue un tesoro colosal: tres mil millones de las actuales libras esterlinas, convirtiéndose así al volver a Londres en el séptimo hombre más rico de Inglaterra; hoy en día su familia amplía su grandeza con un patrimonio de diez mil millones de libras.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Nota: 10. ¡Excelente!